"DE SEIS A OCHO" (Cuaderno Literario de La Tertulia Literaria de Guardamar)

sábado, 26 de septiembre de 2015

"FELONÍA", RELATO DE ROSA AMELL DE LA TERTULIA LITERARIA DE GUARDAMAR. PUBLICADO POR EL PERIÓDICO GUARDAMAR DIGITAL EL 23-09-2015

Publicado el 23-09-2015




FELONÍA                                                                                           Rosa Amell


     Claudio y Víctor eran amigos desde  el instituto. Quizás las razones primeras de esta amistad fueron la pasión de ambos por la abogacía. El intercambio de ideas, los libros leídos juntos y las largas conversaciones fueron estrechando sus lazos de amistad. La mayor dificultad era para Claudio. No tan brillante como su amigo, tenía muchas veces que hacerse ayudar por este para salir adelante.
     Víctor siempre hizo honor a su nombre, porque en todas las asignaturas sus notas resultaban brillantes. Sus triunfos fueron mucho más allá de la universidad, porque poco tiempo después de graduarse comenzó a trabajar en un gabinete de prestigio en La Habana.
     Claudio tuvo dificultades con la tesis de grado y no obtuvo el diploma hasta el año siguiente. Su amigo lo apoyó, no solo moralmente sino también en el desarrollo de la tesis. Le dio buenas ideas para la misma y hasta alguna que otra vez  trabajaron juntos en la redacción.
     Estos gestos de amistad sincera hicieron los lazos de ambos más fuertes aún. A veces Víctor bromeaba con su amigo y, en lugar de Claudio, lo llamaba “Caudillo”. Si los camaradas lo rectificaban diciéndole “querrás decir Claudillo”. Víctor les respondía:
     –No, es porque no le conocen bien. A este no se le puede chiquear el nombre. Al contrario, si le digo caudillo es porque se bate como un verdadero jefe. Siempre sale victorioso, sobre todo con las mujeres.
     Todos reían, y Claudio también, porque en el fondo le gustaba que en el grupo se le considerara alguien de valía. Era simpático y sabía aprovechar cualquier posibilidad de mejorar su situación donde otros no habrían visto nada. A esta capacidad de “llevar el agua a su molino” él la llamaba “ser previsor”.
     Por razones geográficas y de trabajo los amigos dejaron de frecuentarse, aunque se visitaron algunas veces, muy pocas, con sus respectivas esposas.
     Un día Víctor recibió una llamada de  Claudio. A este no le iban bien las cosas. El gabinete donde hacía años trabajaba debía cerrar. Él sabía que Víctor había llegado a tener su propio gabinete. En la capital todo el  mundo  lo conocía como el abogado que siempre gana. Sus éxitos muchas veces eran tema de noticieros nacionales. Con tan brillante situación, le pareció que estaba en el deber de ayudar a su amigo.
     Habló con su colega y Claudio comenzó a cooperar con ella, ocupándose de los casos de divorcio. Con su simpatía habitual, no le fue difícil ganarse la confianza de Susana. Esta trabajaba con Víctor desde hacía un año, porque la actividad era demasiada para él solo. Todos querían resolver sus graves problemas de justicia y Víctor era una verdadera garantía. También estaban los litigios de herencias, divorcios y otros pleitos que Susana podía solucionar.
     Sin consultar con Víctor, Claudio comenzó a arreglar muchos de los asuntos de los que se ocupaba Susana. Además de como colegas, se veían en reuniones familiares y fiestas. Susana fue presentándole algunos amigos suyos y, muy pronto, Claudio se sintió en su nueva vida como pez en el agua.
     Esta exagerada complicidad alertó a Víctor. Él sabía que “El Caudillo” era previsor, como él mismo decía, y que Susana soportaba mal ser una empleada, aunque por delicadeza Víctor siempre la llamó su asociada.
     Comprobaba, que tanto Susana como Claudio se utilizaban por razones diferentes, pero con un objetivo común. Claudio creía que Susana podía ayudarle a consolidar su posición con la clientela. Ella, que con él llegaría a ser una verdadera asociada. Claramente, Víctor estaba siendo traicionado por su amigo. Decepcionado. Pero hombre avisado, conocedor de la personalidad de los aliados, sabía que esa unión terminaría, según decimos los cubanos, “como la fiesta del Guatao”.

(Históricamente, la fiesta del pueblo del Guatao comenzó con música y acabó en pugilato)

     



miércoles, 9 de septiembre de 2015

"LA CIGÜEÑA" CUBANA", RELATO DE BIANCA APARICIO VINSONNEAU DE LA TERTULIA LITERARIA DE GUARDAMAR, PUBLICADO POR EL PERIÓDICO GUARDAMAR DIGITAL EL (09-09-2015)

Publicado el 09-09-2015

 LA CIGÜEÑA CUBANA                                                     Bianca Aparicio Vinsonneau
           
Sandra se palpó el vientre con preocupación. Acababa de salir de la consulta del ginecólogo, pero aún le llevaría un tiempo asumir que en su interior estaba creciendo una nueva vida.
—Señorita, está usted embarazada —había anunciado el doctor. Así, sin preámbulos ni preparación psicológica. A bocajarro.
Ante su mutismo, él pretendió animarla con una sonrisa. Sin darse cuenta de que hay cosas en las que es mejor no insistir.
—Por lo que parece… de seis semanas.
Sandra tuvo que esforzarse por no contestar con un gruñido. Desde luego, había gente que no sabía cuándo era mejor callarse. Con un nudo en la garganta, dirigió sus pasos hacia su casa y esperó que Andrés no hubiera regresado aún del trabajo.
            No tuvo suerte. Últimamente parecía que nunca la tenía.
            —Qué bien que ya has llegado, cariño. Estaba deseando verte —exclamó él—. ¡Tengo buenas noticias! ¡Me moría de ganas de poder contarte!
            Sandra moduló su voz para que pareciera alegre, y le respondió que ella también tenía algo que contarle:
            —¿Quién primero? —preguntó Andrés, exultante.
—Tú, mi amor, empieza tú —le dijo ella.
—¿Recuerdas la reunión con el director que tanto me preocupaba? —Andrés ardía de impaciencia, y se le amontonaban las palabras en la boca.
Ella asintió, mientras se recostaba en el sillón y pensaba que empezaba a tener nauseas. ¿Acaso podía ya estar sintiendo los primeros síntomas?
—Bueno, pues la han adelantado a hoy. ¡Casi me da un infarto cuando me enteré! Pues resulta que al entrar en su despacho, me encontré con que estaba acompañado del delegado provincial. ¡No me he caí de culo por el susto de milagro! Me sudaban las manos y estaba al borde de un ataque… entonces ¿a qué no adivinas lo que me han dicho?
Sandra, disimulando con maestría, reprimió una arcada y le aseguró que no tenía la menor idea.
—¡Me han ofrecido el puesto de coordinador de ventas! —Andrés culminó su explicación con un gesto triunfal, alzando el puño. Se le veía exultante—. ¡A mí! ¡Y yo que creía que me iban a despedir!
Sandra le sonrió y le felicitó por su ascenso. Le aseguró que era merecido, pues llevaba años esforzándose y trabajando sin descanso. Aceptó sus besos de felicidad, pero lo retuvo cuando Andrés propuso continuar la celebración en la cama. No era el momento.
—¡Ay, cariño! Es cierto, tú también traías noticias. Pensarás que soy un desconsiderado. Perdona, es la emoción de todo esto que me tiene trastornado. ¡Cuenta, cuenta!
Ella se giró para tenerlo de frente y poder verle bien el rostro. Durante un instante estuvo tentada de posponer aquella delicada revelación que cambiaría sus vidas sin remedio. Pero, ¿qué otra opción tenía?
—Andrés, estoy embarazada. —Fue directa, demasiado, pensó. Pero ya estaba hecho.
—¿Es eso cierto? —Se puso de pie de un salto y la abrazó con fuerza mientras gritaba—: Dios mío, ¡hoy es el mejor día de mi vida! ¡Me acabas de hacer el hombre más feliz del mundo!
Sandra sonrió. Al ver la alegría de su marido se le pasó un poco su mal humor. Al fin y al cabo, tampoco era tan malo. Saldrían a delante.
—¿Y de cuánto estás, mi amor? —Andrés seguía en las nubes y gesticulaba con exageración para acariciarle una barriga que no existía.
—De dos meses y medio —mintió.
Prefirió no decir la verdad. No quería que su marido sacara cuentas y se percatara de la extraordinaria coincidencia entre su embarazo y el viaje a Cuba que hizo con sus amigas. Ya pensaría en cómo solucionar el hecho de que el bebé fuera negro.