"DE SEIS A OCHO" (Cuaderno Literario de La Tertulia Literaria de Guardamar)

viernes, 28 de agosto de 2015

"LOS ENAMORADOS DE LIMONE" DE ANTONIO ÁLVAREZ GIL DE LA TERTULIA LITERARIA DE GUARDAMAR, RELATO PUBLICADO POR EL PERIÓDICO GUARDAMAR DIGITAL (26-08-2015)

(26-08-2015)   
LOS ENAMORADOS DE LIMONE                     Antonio Álvarez Gil

Limone es un pueblo pequeñísimo que está situado en la margen occidental del lago Garda, a unos veinte minutos en barco desde Riva del Garda. Aquí las casas están construidas entre la roca y el agua, incrustadas, literalmente, en la falda del monte. En ellas la pared del fondo es casi siempre la piedra viva del macizo. Con tan poco espacio disponible, la vía pública se resume en una urdimbre de callejones que serpentean entre las cuestas, formando una complicada red de escaleras, pasadizos y túneles que uno debe andar si quiere conocer el pueblo. Desde las terrazas y portales de Limone la imagen dominante es la del lago, con el espejo de sus aguas azulosas perdiéndose de vista en la bruma lejana y el ir y venir de las embarcaciones que llegan todo el tiempo cargadas de turistas. Porque Limone vive del turismo, de los cientos y cientos de personas que recorren sus callejuelas, compran en sus tiendas de productos típicos o comen en sus restaurantes. 
Mi esposa y yo, que estábamos de vacaciones en la zona, cenábamos aquella tarde en uno de esos establecimientos, en la terraza del hotel Le Palme. Era la hora del crepúsculo, y mientras la resaca farfullaba bajo el tablado, la niebla vespertina caía sobre el lago y ocultaba suavemente los picos de la orilla de enfrente. De repente, desde un ángulo de la terraza se oyó el metal de un saxofón. Y muy pronto el mismo músico que lo tocaba despegó los labios de la boquilla del instrumento y empezó a cantar. Se oyeron las canciones italianas de toda la vida, las más hermosas. Son las melodías que uno lleva siempre dentro y aparecen un día para recordarnos que siguen ahí, eternamente vivas y prestas a hablarnos de otros tiempos, de tiempos que fueron también los más hermosos.
En la cena compartíamos mesa y mantel con un grupo de noruegos que iban en la excursión. Gente buena de verdad, sociable y conversadora como yo no lo habría imaginado nunca. Ellos, desde luego, no leerán estas líneas. Si pudieran hacerlo, me extendería más y les diría lo mucho que nos gustó su compañía en el viaje a Limone. Pero del amplio paisaje humano que me rodeaba en la terraza de Le Palme, lo que más me llamó la atención fue la presencia de una pareja de jóvenes enamorados que cenaban en una mesa vecina a la nuestra. No sé si sería porque Verona se encuentra muy cerca de allí, pero aquellos dos chiquillos me recordaron vivamente la estampa de Romeo y Julieta. Me parece estar viendo todavía el rostro ovalado de la muchacha, sus grandes ojos oscuros y su pelo castaño; y también, cómo no, la sonrisa ilusionada del muchacho cuando susurraba frases al oído de la chica. Eran, seguramente, frases de amor. Frases y promesas, que van siempre juntas. La luz del crepúsculo cayendo sobre el lago y la música que sonaba en la terraza completaban el cuadro. Era tan fuerte la impresión, tan bonita la imagen de aquella pareja cenando, tal el arrobamiento de sus miradas y, en general, tanto el amor que irradiaban desde su mesa que me hice el propósito de mantenerlos fijos en la memoria, muy cerca de la artesa donde se gestan y crecen mis ficciones.
Esa tarde me dije que algún día reconstruiré la escena (que no podré olvidar en mucho tiempo) y escribiré un relato sobre los enamorados de Limone. Espero que Dios me dé aliento para hacerlo, suerte para ver el cuento en un buen libro y algún lector a cuyo juicio someterlo.


martes, 18 de agosto de 2015

ASÍ FUE LA PRESENTACIÓN DEL LIBRO "ANNIKA DESNUDA" DE ANTONIO ÁLVAREZ GIL, MIEMBRO DE LA TERTULIA LITERARIA DE GUARDAMAR (VIERNES 21 DE AGOSTO DE 2015 A LAS 19,30h. EN EL SALÓN DE ACTOS DE LA BIBLIOTECA PÚBLICA MUNICIPAL.














AMIR VALLE
ANTONIO ÁLVAREZ GIL


CORO BARCAROLA











Annika desnuda cuenta la historia de un joven pintor cubano residente en Estocolmo que lucha por establecerse en la sociedad sueca, pese a las dificultades que esto conlleva para una persona de una cultura muy distinta a la escandinava.
La trama gira alrededor de Annika, una muchacha sueca con la que el protagonista mantiene una turbulenta relación de pareja. En la novela la intriga discurre alrededor de un misterioso objeto de culto, llamado “El collar de las Cuatro Cuevas de la Montaña”, arrebatado por Francisco Pizarro al último emperador de los incas.
“Antonio Álvarez Gil es, sin la más mínima duda, uno de los narradores cubanos más prolíficos y  originales de la actualidad. Libro tras libro: es decir, cuento tras cuento, novela tras novela, ha ido creándose ese espacio personal, ese mundo fabulado propio que tanto anhelan los escritores como sello distintivo de su aporte a las letras del país que los vio nacer.”
Amir Valle




jueves, 13 de agosto de 2015

"LOS MUNDOS PARALELOS" RELATO DE GALINA ÁLVAREZ DE LA TERTULIA LITERARIA DE GUARDAMAR, RELATO PUBLICADO EN EL PERIÓDICO GUARDAMAR DIGITAL (13-08-2015)

Relato publicado el 13-08-2015


LOS MUNDOS PARALELOS                           Galina Álvarez



Cuando era pequeña me apasionaban las historias fantásticas. Leía mucho sobre estrellas, galaxias y años luz. Y también pensaba en los mundos paralelos. Creía sinceramente en las historias sobre platillos volantes y en los testimonios de la gente que afirmaba que los había visto.

Han pasado muchos años y ya no creo en esos cuentos. Pero sí creo en los mundos paralelos; porque los he visto con mis propios ojos.

Viví mis primeros años en Suecia en un barrio de extranjeros. Hay muchos suburbios de ese tipo en todas las ciudades de este país nórdico. Hay que decir que todos los barrios residenciales suecos son bonitos, incluso los destinados a los inmigrantes, con edificios pintados, árboles frondosos y flores por doquier. Lo único que los diferencia es el contenido. En los barrios de los nativos viven muchas personas rubias y existen normas para casi cualquier actividad humana. Y, por encima de todo, hay silencio. Se reglamenta a qué hora poner la lavadora, escuchar música o descargar el baño.

Por el contrario, en los barrios de inmigrantes el baño se descarga a todas horas y la basura se amontona al lado de los depósitos. Las motos, conducidas por adolescentes, circulan por las aceras a gran velocidad y hacen un estruendo espantoso. Las antenas parabólicas llenan las fachadas como las hojas a los árboles. Y los idiomas que más se oyen son el árabe, el turco o el suajili. La piel morena y el velo en la cabeza femenina son un cuadro muy típico. La gente en los guetos habla un sueco pobre o no lo habla en absoluto. Así que miran las noticias y las telenovelas de su tierra y en su propio idioma. Los habitantes de estos guetos apenas salen de ellos. Y lo común es, independientemente del país de origen, que todos critiquen a los suecos.

La gente de los barrios privilegiados vive ajena a todo eso y sólo se preocupa de los impuestos, porque más refugiados significan más impuestos. Esa es la matemática. ¿Acaso estos mundos no son paralelos?

Al mudarme al Levante español, me di cuenta de que también aquí existen esos mundos. Solo que al revés. He visto barrios enormes llenos de ingleses, noruegos, suecos y hasta rusos. Claro, se trata de gente solvente. No necesitan subsidios, sino todo lo contrario, pues pagan impuestos en España. Sin embargo, también viven en guetos. La mayoría no habla el castellano o lo habla muy mal. No quieren saber nada de las normas españolas, ya que les parecen incómodas. Tienen reglas propias, porque están seguros de saberlo todo mejor.  No tienen en cuenta ni siquiera las condiciones climáticas. Por ejemplo, critican la siesta. Para demostrar la inutilidad de esta “tonta” costumbre (pura pérdida de tiempo) salen de paseo con el sol rajando las piedras y cenan a las seis. Como lo hacían en el norte, donde a las tres de la tarde, en invierno, ya es noche profunda. La televisión que ven es la de su tierra y en su propio idioma. Y lo común es, independientemente del país de origen, que todos critiquen a los españoles.

Por otro lado, los españoles viven en su propio mundo, el mundo de la crisis, el desempleo y las fiestas populares. Ajenos al descontento que provocan en los barrios vecinos, siguen permitiendo bicicletas en las aceras y ocupando la vía pública con las mesas de los restaurantes. Y para colmo, no se esfuerzan en mantener la ciudad limpia de excrementos de perros  ni prohibir a sus hijos jugar a la pelota hasta las tantas de la noche en los patios de las viviendas. Infringen, de esa manera, todas las leyes escritas. Y a pesar de todo, viven muy felices.

Son también dos mundos paralelos, ¿no es cierto?