LA LLAGA
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Eran dulces las horas
en mi país de entonces,
con el jazmín danzando entre la brisa,
mientras leía los poemas
escritos en el cielo por los astros.
Muy cerca de mi alcoba
jugaban con el sueño mis hermanos.
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Tendidos al amor de los cojines,
mis padres planeaban el futuro,
y en el huerto soñaban las palomas
felices en la copa de un naranjo,
cuando nació del vientre de la noche
una bestia terrible
que deshizo la vida en mil fragmentos.
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Ahora voy errante por el mundo;
de todo lo que fue y de los que fuimos
sólo queda dolor en mi estatura.
Me llamo Paz y llevo en carne viva
la llaga del recuerdo.
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Juan Calderón Matador